Siempre tengo esto presente,
y por eso me deprimo.
Pero algo más me viene a la memoria,
lo cual me llena de esperanza:
El gran amor del Señor nunca se acaba,
y su compasión jamás se agota.
Cada mañana se renuevan sus bondades;
¡muy grande es su fidelidad!
Por tanto, digo:
«El Señor es todo lo que tengo.
¡En él esperaré!»
(Lamentaciones 3:20-24)
El profeta se encuentra en una situación desesperada. Ve que todo a su alrededor pareciera no tener sentido. Se siente destruido y deprimido. La ciudad está siendo devastada y toda la nación está sufriendo. Nada de lo que ve o siente le hace tener esperanza. Como si esto no fuera suficiente, hay silencio de parte de Dios. El lo expresa con estas palabras: «Por más que grito y pido ayuda, él se niega a escuchar mi oración.»(v8)
¿Has estado en una situación como esta? Tal vez hoy estas pasando por algo parecido. Las circunstancias parecen no tener sentido y la esperanza se te va.
Si bien en el libro de Lamentaciones no se nos dice explícitamente quien es el autor, por las características del que escribe y el período histórico se le ha atribuido al profeta Jeremías. Si esto es así, sabemos que su ministerio fue en medio de la destrucción de Jerusalén en manos de Babilonia. El fruto que tuvo de su ministerio en medio de su país no fue el arrepentimiento (como, él y el Señor lo deseaban) sino que fue la destrucción y juicio como consecuencia de la desobediencia de todo el pueblo.
De esta manera nos damos cuenta que las circunstancias de Jeremías no cambiaron, el cielo siguió siendo gris, el dolor continuó de manera permanente. Sin embargo había algo que era el “ancla” de su corazón: La convicción de que el amor del Señor nunca se acaba y que sus bondades se renuevan cada mañana.
Este pasaje nos enseña lo siguiente: No debemos depender de las circunstancias para evaluar la fidelidad de Dios. El carácter invariable de la fidelidad de Dios es lo que nos da la seguridad en medio de la incertidumbre.
Por esta razón, desde la perspectiva bíblica, lo que ven tus ojos, perciben tus sentidos no es lo que define tu realidad. Lo que la define es la convicción de que la bondad, misericordia y soberanía de Dios están actuando en tu vida a pesar de las circunstancias que observas.
Esto no quiere decir que no tengamos dudas (de hecho el capítulo completo de lamentaciones es la descripción de un gran sentimiento de inseguridad), sino que quiere decir que aunque la duda persista, el amor y las bondades infinitas de Dios permanecerán.
En medio de las circunstancias, ya sean favorables o desfavorables, debemos preguntarnos ¿Dónde está anclado nuestro corazón? Si nuestra vida es vulnerable a lo que pueda o no suceder será muy probable que naufraguemos.
Pero si nuestra convicción es saber que la bondad de Dios no cambiará y que EL es nuestro único amparo, podremos estar anclados en puerto seguro aún cuando la tormenta este amenazando.
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